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martes, 14 de diciembre de 2010

Belleza

Empiezo con esta una serie de entradas sobre la belleza, un tema que da para mucho más de lo que pueda decir aunque dedicara el blog a ello. La contemplación de las cosas bellas, la creación artística... poco a poco irán cayendo entradas como quien no quiere la cosa...

Y por supuesto hay que empezar por el principio. ¡Clásico no quiere necesariamente superado! Llegarán todos los puntos de vista pero... ¿qué implica suponer la belleza un trascendental?

Según Tomás de Aquino, el de la belleza es el último trascendental en el orden de la deducción. Deriva directamente del bien, pero del bien con relación la verdad. Es decir, si el ser con relación al entendimiento muestra su verdad, y con relación a la voluntad revela su bondad porque es apetecido, la belleza, a su vez, unifica ambas dimensiones del ser humano, porque es algo apetecido por la voluntad, pero cuyo deseo se aquieta no con la posesión, sino con la captación intelectual. Es el deseo y solaz de la inteligencia.

En cierta ocasión, reflexionando acerca de estas cuestiones, antes de conocer la deducción tomista, me preguntaba si la belleza no sería para la voluntad como lo es la sabiduría para el conocimiento. Pero también el amor podría ocupar esa posición privilegiada, el culmen de la voluntad como la sabiduría es el culmen del intelecto. La clave tomista soluciona este problema al darle su carácter relacional. La belleza relaciona al hombre consigo mismo, unifica sus dos caras recordándole que es un solo ser humano. Cabría preguntarse si, además del deseo y el aquietamiento de ese deseo en la voluntad, un derivado del bien referido al intelecto, no podría ser, paralelamente, la sabiduría de la voluntad, eso que se adecúa tan verdaderamente a la inteligencia que aquieta incluso la pasión, tal vez siguiendo más a Kant.

Un derivado de la verdad referido a la voluntad. Más que de buscar un término medio entre ambas expresiones (mejor que posturas), tal vez se amplíe nuestro conocimiento de la belleza, y nuestro deseo de ella, al observarla como el trascendental que más genuinamente muestra dos caras, dos sentidos sobre la misma dirección, y que por tanto resulta más genuinamente humano, y divino. Lo que unifica el espíritu cuando las mínimas necesidades de sus dos potencias están cubiertas. Lo menos necesario para sobrevivir, lo más lejano de la animalidad superviviente del hombre, y por tanto más específico, y más imprescindible para vivir.

Tal vez por eso, lo que tradicionalmente se considera la cumbre de la actividad intelectual, la Metafísica, se manifiesta, no en el pensamiento discursivo, sino en la contemplación (metafísica, la llaman) del ser. También la contemplación del otro, de su ser, de su yo, parece el estado más alto del amor. Al fin y al cabo, los trascendentales son una sola cosa, el ser, y en su cumbre convergen todos. Pero no deja de ser llamativo que la contemplación sea también la actividad más propia ante la belleza, también en sus más bajas muestras. Tal vez sea por eso, porque la belleza, relación entre intelecto y voluntad, cara y cruz, luz y oscuridad, muestra de un modo más perfecto la realidad metafísica de esos extraños seres que se realizan en la sabiduría y el amor.

6 trazos:

Raquel Cascales dijo...

Me encanta esta nueva sección! Me alegra ver que ya estás a tope con el blog.

¡Que pases una bella y feliz Navidad!

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, una nueva entrada... ¡Qué ilusión!
La Belleza... Desde luego tienes tema para rato con ella. Dentro de todas las manifestaciones tanto externas como internas del ser humano, pocas son tan universales, en su multiplicidad cultural como la belleza.
Una proposición inocente: ¿la belleza es, entonces, subjetiva según cada ser humano, o se puede universalizar su concepto, pero no su objeto?. Un poco sofístico, ¿no?
Ciertamente podemos argüir que no todo lo bello es bello para todos. ¿Cultural, social...?
Lo que es bello para un gótico lo mismo no lo es para un hippy, pero esto es una diversidad cultural.
Pero sie es cierto que todas la culturas que, al menos yo, he estudiado, es en la sublimación de la Belleza a algo metafísico, superior. La Iluminación del Buda, los Cielos Celestiales o el Éxtasis místico.
O sea, que podemos encontrar belleza a pie de calle, interpretada por nuestra mente, sentimientos y elementos culturales de nuestra educación, tanto como en esfuerzos continuados más orientados al campo del misticismo o la metafísica a pura fuerza de nuestro intelecto o nuestra alma, dirían los místicos (V.G. San Juan de la Cruz).
Me despido con el adagio, sólo para dar una vuelta de tuerca más, de Keats.
"Verdad es Belleza y Belleza es Verdad".
Y con eso, redefine la Filosofía, por el capricho de un poeta. ;)

Pablo dijo...

Nuevo blog!
Me paso a la comedia de lo cotidiano, que también es belleza.
Un saludo!

http://laaventuracotidiana.blogspot.com/

Isabel Colette dijo...

Raquel,

Qué bien que te guste. :)

Da para muchísimo, como bien sabes!

Isabel Colette dijo...

Vincent,

El adagio de Keats resume maravillosamente mucho de lo que se ha dicho y se dirá sobre la belleza. Y sí, lo maravilloso en ella es que incluso desde sus expresiones más cotidianas y a pie de calle nos muestra la dimensión metafísica de los seres humanos y las comprenden... no es una oposición con la mística, es parte de ella!

Personalmente creo que lo más bello lo es para todos independientemente de su entorno cultural... pero no de su profundización en el mismo... me explico?

Un abrazo y gracias por tu largo comentario. :)

Isabel Colette dijo...

Paulus,

Enhorabuena! Me paso a verlo. ;)