Todo pensamiento que pretende ser filosófico o lógico consiste en atribuir al mundo las propiedades del lenguaje.
Desde el instante en que leí esas palabras, una duda tan peligrosa como sencillamente irrefutable, apareció en mi mente. Si esa frase es cierta, entonces todo lo que conocemos o imaginamos del mundo adquiere un matiz de humanidad, de indemostrabilidad, imposible de superar. Que algo sea irrefutable, no significa que sea verdadero. Significa lisa y llanamente que no podemos demostrar su verdad o falsedad. Suponer que algo en nuestro lenguaje, pensamiento, o percepción nos impide llegar a la realidad de las cosas, implica que, para cuestionarlo, deban emplearse las mismas facultades que se ponen en tela de juicio. Entramos en un círculo vicioso. Es tan posible que la afirmación sea cierta como que sea falsa. Para continuar pensando es necesario hacer un supremo acto de fe, o poner entre paréntesis dicha posibilidad.
Cuál sería mi sorpresa cuando, al llegar al final del artículo, encontré en boca (o pluma) del propio Russell estas palabras:
Por otra parte, Russell critica el idealismo kantiano desde un realismo contundente (la vaguedad no implica falsedad, sólo que tampoco implica completa verdad), pero él mismo no escapa a su mayor tentación: el que nuestro conocimiento esté condicionado. Sería una ingenuidad, desde luego, creer que nuestro conocimiento es perfecto. Se debe entonces buscar una salida. El problema es esa escapatoria, definir cuál es ese condicionante, y hasta qué punto actúa.
El idealismo kantiano, el escepticismo, o la propia vaguedad de Russell son algunas de esas salidas. Quizá el más fácilmente criticado de todos ellos sea el idealismo, el único que cuente con contradicciones patentes, pero al mismo tiempo su semilla continúa viva sin que sea posible encontrar una alternativa. Por su parte, la vaguedad de Russell está llena de sentido común, podría perfectamente ser cierta (aunque eso no equivalga a admitir todas las conclusiones que Russell infiere de su tesis.) Y finalmente, del escepticismo ya he hablado. Pero si el escepticismo no puede demostrarse ni negarse, la vaguedad o cualquier otra doctrina alternativa está siempre en una precaria situación de mera posibilidad... de la que no es posible salir. Y nos encontramos con más doctrinas posiblemente ciertas que con teorías decididamente falsas.
No tan interesante como la teoría lógica de Russell, acertada, pero que sólo serviría de algo si fuéramos capaces de crear un lenguaje imposible, es aquello que la enmarca, el principio y fin de su propio ensayo. Esa discusión sobre el idealismo, el engaño del lenguaje... bajo la cual subyace siempre el monstruo del escepticismo. Y por todo ello, Russell finaliza el artículo sobre la vaguedad con estas palabras:
¿Por qué terminar un escrito sobre una cuestión lógica, de lenguaje, con un recurso contra el escepticismo, si no es cierto lo que antes he dicho? Y más importante aún, ¿Es ésa la respuesta, la única posibilidad? ¿Simplemente mirar a otro lado y dedicarnos a construir pensamiento sobre un supuesto sabiendo, nosotros los primeros, que hemos decidido arbitrariamente decir “el escepticismo no vale”, como los niños pequeños cuando pierden un juego? ¿No tiene interés? ¿Eso es todo?
No quiero caer en la manía moderna de buscar la evidencia en todo, pretender caminar siempre sobre seguro. No somos dioses como para estar seguros de que nuestro conocimiento es cierto y exacto. Pero sencillamente basar todo aquello que podamos percibir, imaginar o pensar en un acto de la voluntad, en un voto de confianza, me hace exclamar, con el desconsuelo de quien no encuentra otra respuesta, y la rebeldía de quien no se conforma con su propio destino: ¿Eso es todo?
Cuál sería mi sorpresa cuando, al llegar al final del artículo, encontré en boca (o pluma) del propio Russell estas palabras:
Si usted quiere creer que no existe nada, excepto aquello que usted experimenta directamente, nadie puede probar que está equivocado, y probablemente no existe contra su opinión ningún argumento válido (...) ¿Hay alguna inferencia válida de una entidad experimental a una inferida? Sobre este problema no veo refutación de la posición escéptica.[1]No es el primer autor al que leo que no tiene, o para el que no existe, una refutación al escepticismo. He oído también decir que todo filósofo debe pasar por una época de escepticismo.
Por otra parte, Russell critica el idealismo kantiano desde un realismo contundente (la vaguedad no implica falsedad, sólo que tampoco implica completa verdad), pero él mismo no escapa a su mayor tentación: el que nuestro conocimiento esté condicionado. Sería una ingenuidad, desde luego, creer que nuestro conocimiento es perfecto. Se debe entonces buscar una salida. El problema es esa escapatoria, definir cuál es ese condicionante, y hasta qué punto actúa.
El idealismo kantiano, el escepticismo, o la propia vaguedad de Russell son algunas de esas salidas. Quizá el más fácilmente criticado de todos ellos sea el idealismo, el único que cuente con contradicciones patentes, pero al mismo tiempo su semilla continúa viva sin que sea posible encontrar una alternativa. Por su parte, la vaguedad de Russell está llena de sentido común, podría perfectamente ser cierta (aunque eso no equivalga a admitir todas las conclusiones que Russell infiere de su tesis.) Y finalmente, del escepticismo ya he hablado. Pero si el escepticismo no puede demostrarse ni negarse, la vaguedad o cualquier otra doctrina alternativa está siempre en una precaria situación de mera posibilidad... de la que no es posible salir. Y nos encontramos con más doctrinas posiblemente ciertas que con teorías decididamente falsas.
No tan interesante como la teoría lógica de Russell, acertada, pero que sólo serviría de algo si fuéramos capaces de crear un lenguaje imposible, es aquello que la enmarca, el principio y fin de su propio ensayo. Esa discusión sobre el idealismo, el engaño del lenguaje... bajo la cual subyace siempre el monstruo del escepticismo. Y por todo ello, Russell finaliza el artículo sobre la vaguedad con estas palabras:
Pero la filosofía escéptica es tan breve que carece de interés; por lo tanto, es natural que una persona que ha aprendido a filosofar desarrolle otras alternativas, aun cuando no haya muy buenas razones para considerarlas como preferibles.
¿Por qué terminar un escrito sobre una cuestión lógica, de lenguaje, con un recurso contra el escepticismo, si no es cierto lo que antes he dicho? Y más importante aún, ¿Es ésa la respuesta, la única posibilidad? ¿Simplemente mirar a otro lado y dedicarnos a construir pensamiento sobre un supuesto sabiendo, nosotros los primeros, que hemos decidido arbitrariamente decir “el escepticismo no vale”, como los niños pequeños cuando pierden un juego? ¿No tiene interés? ¿Eso es todo?
No quiero caer en la manía moderna de buscar la evidencia en todo, pretender caminar siempre sobre seguro. No somos dioses como para estar seguros de que nuestro conocimiento es cierto y exacto. Pero sencillamente basar todo aquello que podamos percibir, imaginar o pensar en un acto de la voluntad, en un voto de confianza, me hace exclamar, con el desconsuelo de quien no encuentra otra respuesta, y la rebeldía de quien no se conforma con su propio destino: ¿Eso es todo?
[1] Russel, B., Vaguedad, originalmente publicado en The Australian Journal of Psycology and Philosophy, 1, 1923, p. 84. Traducción de Arias, E. Y Fornasari, L., en Bunge, M., Antología Semántica, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1960.
17 trazos:
Aunque sea difícil intentaré seguir el hilo de tu pensamiento (juegas con ventaja. Dos años de filosofía dan para mucho).
Supongo que la frase inicial sería algo así como "tu conocimiento del mundo llega hasta donde llega tu lenguaje". Lógicamente aquello que no podemos expresar con palabras es aquello que no alcanzamos a comprender. Nuestra expresión y comprensión de la realidad es limitada como limitado es nuestro lenguaje.
En todo pensamiento sea del tipo que sea debe haber un acto de fe. Lo que no suple el pensamiento lo suple la confianza. El error muchas veces no elimina esa confianza, sino que la traslada a otro punto de partida.
Se puede ser escéptico y dudar de todo lo que nos rodea, pensar que solo uno es y lo demás posiblemente no. Tal vez no hay manera de convencer a esa persona de lo contrario, pero dudar es el primer paso. Uno no se queda eternamente en la duda, sino que desde ahí uno se da a sí mismo una lógica basada en una "verdad" (ningún escéptico la llamaría así, pero es lo que es), algo en lo que "no se quiere" dudar. Si una filosofía no puede llevarse a la práctica esa filosofía carece de sentido.
Puede ser realmente exasperante tener que movernos sobre arenas movedizas. Encontrar un punto de apoyo es difícil pero no imposible. El truco está en seguir buscando, ampliando esa capacidad de conocer la realidad.
¿He sido yo el que ha escrito esto? Curioso...
Me supera...soy escéptico hasta de mis opiniones más fundadas..
Pequeña, cómo te admiro... Yo soy incapaz de hacer mía la filosofía, de seguir hasta el final una argumentación sesuda...
Beso
Hola!! Me encantó esta entrada! La verdad que fue muy interesante la reflexión que propones sobre el excepticismo. Creo que en estas cuestiones filosóficas tan preguntas es muy común caer en círculos viciosos que dejan un sabor amargo, "a nada"...
Un gusto haber pasado y encontrado algo tan interesante!
Lord GK
Querida Jolly:
¡Que delicosa entrada! En un mundo de diletante blogosfera encontrar uno que alimente el ansia intelectual es difícil. Por ello, antes que nada, te doy las gracias, por tu tiempo, tu post y las deliciosas e inextricables palabras ahí vertidas.
Ahora bien. Cierto es que en Rusell (me encanta ese autor, por cierto), prevalece esa vaguedad, ese escepticismo contrapuesto al idealismo de Kant. Mas, usando un razonamiento de Descartes: dice Rusell que no se puede criticar la experiencia, que el mundo se puede definir con el leguaje que uno posee... ¿Y los conceptos? sí, son lenguaje, eso es indudable, pero en algún momento surgieron. ¿Podemos probar el concepto de "finito" con la experiencia? A todas luces sí. ¿Pero y la antítesis? Infinito. Jamás seríamos capaces de probar con la experiencia ese concepto, mas, algo abstracto con lazos con la experiencia como son las matemáticas, pueden hacerlo.
Ups! Metí un elemento nuevo. Las matemáticas, la suma abstracción... que puede probar lo que experimentamos... y lo que no.No experimentamos átomos, pero, ¿existen? No podemos probar el cielo, pero ¿existe?...
En suma, piensa, existe, experimenta y hazlo en el orden que quieras. La Belleza, otra gran abstracción, te esperará.
Pues la posicion esceptica es verdaderamente comoda, ya que ningún argumento resultara valido, y por otro lado querer fundamentar todo en el rigo cientifico nos mete en el problema de que muchas cosas como volar, comunicación inalambrica serian imposibles, ya que a sus creadores siempre se les tacho de locos...
Así que me quedo con tu conclusión...-con el desconsuelo de quien no encuentra otra respuesta, y la rebeldía de quien no se conforma con su propio destino: ¿Eso es todo? -
-J
Hola!Navegando, navegando, caí en tu blog por casualidad!He leído una pequeña parte de este post y, la verdad, me ha parecido extremadamente interesante. Volveré para leer tus entradas detenidamente. Felicidades por este rinconcitotan chulo!
Si te apetece, puedes visitar mi laberinto de los espejos rotos:
http:laberintodeespejosrotos.blogspot.com
Un saludo y hasta pronto
Laia
Parpadee,
Sí, todo eso lo has escrito tú, aunque no me parece nada curioso...
Creo que tienes razón, no se trata de encontrar una solución al escepticismo, sino de concedernos el beneficio de la duda... y seguir buscando la verdad.
Gracias y saludos!
P.D.: Te he entendido bien, no?
Noelplebeyo,
Ya has dado un gran paso... ahora no dejes que te supere... tal vez cuando aprendas a tirar por la borda tus opiniones más fundadas descubras que hay alternativa al escepticismo...
Aan,
Mil gracias, aunque no es necesario admirarme demasiado... a veces una argumentación sesuda tira para atrás... cuando tú en realidad ya haces filosofía con tu vida (o al menos con tu blog.)
Un abrazo
Lord Gk,
Qué alegría verte por aquí, me alegro de que te haya gustado tanto la entrada...
Me temo que es cierto, a veces estas reflexiones nos llevan a círculos viciosos... y tenemos que lograr quitarnos ese regusto a nada de la boca.
Bendiciones oscuras, como en los viejos tiempos.
Vincent Crow,
De nada, y más bien gracias a ti por esas palabras hacia mi blog...
Las matemáticas... el recurso para la evidencia de esta decadente modernidad... pero al mismo tiempo tienen algo que decirnos, algo inefable... seguiré tu consejo, pensar, existir, experimentar... tal vez en el fondo le estemos haciendo caso a Russell con lo de simplemente dejar el escepticismo entre paréntesis... pero aún hay un luz al final del túnel... hay matemáticas...
Y desde luego, en la meta está la belleza, eso nunca lo he dudado.
Pinkys,
Es cierto, hay que encontrar el punto medio entre el rigor y el campo para volar e imaginar...
Y el escepticismo no entra en ninguno de los dos... hay que rebelarse.
Me alegro de que te quedes con esa conclusión.^^
Me alegro de que lo que has visto haya sido de tu agrado, espero que siga siéndolo cuando te pases con más detenimiento.
Muchísimas gracias, pasaré por aquel laberinto, y que sepas que eres muy bienvenida a este rinconcito.
Bienvenidos al ser humano: el animal que sabe hablar, pero nada más.
Sí, estamos limitados al lenguaje y por eso la mejor forma de comprender y respetar a otra cultura es conocer su lengua.
Mondhell,
¡Qué cierto es eso de la cultura y la lengua!
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