Aunque no tenía la menor intención de dejarse caer por ahí. Era una extraña sensación entre saber que no tenía ninguna obligación de ir, y que haría esperar a todos en vano si no aparecía. Caminaba sin rumbo fijo, pero con paso rápido. En cierto modo para desfogarse. Le ayudaba a relajarse, no tenía que pensar... Sólo caminar.
Llovía. En algún momento había tenido paraguas. Desde luego, no había salido sin él, pero no sabía dónde podía haberlo dejado. Llevaba tanto tiempo vagando... Aunque no le importaba que la lluvia corriera por su cara y le empapara los cabellos. Que se deslizara por su cuello y entrara en su camisa, produciéndole escalofríos. El abrigo pesaba muchísimo, como si quisiera impedirle moverse. Pero caminaba.
Tal vez nunca debería haber venido a esta ciudad, quizá sólo estaba persiguiendo un espejismo. Tratando de luchar contra un destino que no le pertenecía. Se sentía una intrusa, como si estuviera haciendo algo que sólo ella supiera que estaba prohibido. Animarse le había costado como dar un paso al vacío. Pero aún estaba a tiempo de arrepentirse, de atrasar el momento, de no llegar nunca. De seguir perdida por la ciudad y hacer como que nunca había pasado nada. Tal vez tomar un tren de regreso unas horas más tarde, cuando no tuviera más remedio que decirse “Bueno, ha pasado la hora, no he llegado.” Como si se hubiera perdido por las calles.
¿Pero qué haría al llegar a casa? ¿Tenía acaso un lugar al que volver? ¿Podrían ser las cosas cómo antes? ¿Podría siquiera fingir que lo eran?
No, no podría. Sería sólo una cobarde que trataría de contener un torrente sin haber aprovechado la única ayuda que pudo haber tenido para ello. Aunque ello significara romper con todo lo que hasta entonces había conocido... Eso inevitablemente ya había sucedido.
Levantó sus ojos a la luna, dejando que la lluvia le refrescase el rostro. Tomó aire, mucho aire... y sonrió. Antes de enfrentarse a su destino, debía ganar la batalla contra sí misma, por eso no había sido capaz de acudir a la cita. Era tan fácil como cualquier otra cosa que no precisa esfuerzo físico alguno, y tan difícil como vencer a un titán. Había sido un tira y afloja continuo que le desgarraba sin que supiera materializarlo en palabras. Pero por fin notó como la risa empezaba a subir por su garganta, después de tanto tiempo sin sentirla. Aún recelaba del ruido que produciría, temía irracionalmente hacer escándalo en la noche... pero no podía controlarse. Sentía vértigo. Como si, después de haber dado un paso al frente, cayera finalmente en el abismo.
Se sentía bien. Tenía una extraña sensación de frío en el pescuezo, porque sabía que sólo podría confiar en su fortaleza para seguir adelante. Pero estaba más satisfecha de sí misma de lo que lo había estado en toda su mediocre vida. Por fin había decidido por sí misma.
Vida. Qué extraño le sonaba ese concepto. Ahora su significado se había desdibujado para ella. Pero, en realidad, eso no tenía mayor importancia.
Se sobresaltó al ver ante sus ojos la puerta de la mansión. Perdida en sus pensamientos, sus pies la habían llevado sola. ¿En qué momento había dejado de carcajearse y empezado a andar?
En cualquier caso, estaba ahí.
El estómago se le oprimió en una descarga de adrenalina al llamar. Notó cómo se le aceleraba la respiración al esperar, al escuchar los pasos que se acercaban, la puerta al girar sobre sus goznes. Miró a los ojos al ser que le abrió. Había otros detrás de él. Hombres y mujeres, todos le miraban con expectación. Pero era ella la que trataba de observar cada detalle de sus rostros, sus figuras, sus actitudes.
Era la primera vez que veía a otros de su recién adquirida naturaleza. Vampiros.
*By Isabel Grábalos Licensed Under a Creative Commons License.