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miércoles, 21 de mayo de 2008

Una sonrisa sincera

A veces los más diminutos detalles de lo que ocurre a tu alrededor son más significativos que la mejor novela. Muchas personas viven en el más gris anonimato sin saber ellas mismas que sus vidas son un auténtico ejemplo o una tierna historia. Para encontrarlos, sólo hay que saber mirar a tu alrededor, por la calle, en el autobús... Y de repente aparecen. Y tal cual desaparecen. Y vuelven a su anonimato. Y seguramente nunca sabrán que tú fuiste el testigo indiscreto de un retazo de su vida. Y con toda probabilidad, no crean siquiera que sea digna de ser observada, tanto menos que escriban sobre ellos. Pero voy a hacerlo. Porque hoy me crucé con uno de ellos.

Estaba esperando en la parada de autobús. Delante de mí paró uno de esos que no son públicos, sino llevan gente de colegios, asociaciones, etc. Me asomé, y vi varias personas con distintas deficiencias físicas y psíquicas. Debía ser de algún centro especial. Un hombre mayor se acercó a la puerta abierta. Ya antes de verla, oí la voz estridente de la chica que bajaba, aunque no entendí lo que decía. El señor le dio la mano para ayudarla a bajar. Era una chica joven, muy bajita, con la espalda retorcida y abultada, y los rasgos faciales grandes y muy marcados. Pero no fue eso lo que me impresionó. Fue la sonrisa de su padre (o abuelo, o acompañante X) al recibirla, el cariño con el que le arregló la chaqueta, la atención con que escuchaba las novedades del día que ella le contaba asombrada. Pensé en las muchas personas que ahora dicen que, para que un niño salga mal y sea una carga, es mejor no tenerlo, se excusan diciendo que sufrirá. En otras muchas que lo aceptan con reticencias, como algo contra lo que no pueden hacer nada. Por un momento (qué mala persona), busqué en la cara del hombre algún atisbo de resignación, de disimulo. En absoluto. Su sonrisa era sincera. En ese pequeño cuadro vi mucha más felicidad que en tantos otros más... fáciles? Se tenían y se cuidaban el uno al otro, cada uno a su manera. Fueron apenas unos segundos. En seguida se alejaron. Y me quedé esperando, pensando, aprendiendo...

2 trazos:

R dijo...

A veces pienso que esos seres vienen al mundo a enseñarnos a los demás lo sencillo que es vivir. Tienen además la capacidad de limpiar el ambiente cercano de malos rollos, con tan sólo su presencia.

Anónimo dijo...

me gusto mucho este texto,en pequeños momentos tomas clases de sabíduria de por vida y quízas más allá